Para la mayoría de nosotros, la vida consiste en una rutina de trabajo, poco tiempo libre, familia y vuelta al trabajo, con muchas horas en la oficina o en nuestro puesto, para ganar el dinero suficiente para tener un sitio donde vivir y algo que comer cada día. La rutina, aunque suele conllevar también cierto punto de aburrimiento por lo repetido de todas esas acciones, genera un estrés indudable sobre todo en momentos puntuales donde las cosas del trabajo y de la familia se nos hacen cuesta arriba, y la carga mental que soportamos aumenta considerablemente. Por eso siempre decimos que hay momentos en los que tenemos que desconectar, pasar un par de días fuera, sin pensar en el trabajo, en esas tareas que tanto nos agobian, y dejarnos llevar para relajarnos y volver a reencontrar esa paz que siempre necesitamos.
El lugar que escojamos para desconectar ya va por gustos, y sobre todo, por nuestras posibilidades económicas. No todo el mundo puede marcharse al Caribe o a los Pirineos para quitarse de encima ese agobio y ese estrés. Sin embargo, hay un remedio que suele funcionar para casi todos los casos: el mar. Viajar a la costa, aun sin ser temporada de baño, y quedarnos contemplando el mar, con su oleaje, con el sonido tan característico de este fenómeno y con el olor que nos llega a salitre y arena, supone un bálsamo para cualquiera. Es algo que no podemos explicar, pero que indudablemente está ahí y nos depara enormes beneficios. Son muchos los que ya conocen es secreto y en cuanto pueden se marchan cerca del mar para poder disfrutar de todo ello. En este artículo vamos a explicar las razones científicas y psicológicas por las que todos necesitamos disfrutar de un poco de relax en la orilla del mar.
Navegar en el mar y sus beneficios
Si disponemos del dinero suficiente y has podido comprarte un yate o una embarcación pequeña, seguro que navegar por el mar se ha convertido en uno de tus pasatiempos favoritos. Y es que la sensación de disfrutar de toda la inmensidad del mar o el océano ante nosotros puede llegar a dar un poco de miedo, por lo que esa inmensa masa de agua también oculta en su interior. Sin embargo, cuando tenemos el control de la embarcación y cierta experiencia ya con el tema de mareas y demás, en un día donde el oleaje esté tranquilo, disfrutar de la navegación es una experiencia absolutamente insuperable. El relax de saber que estás alejado de todo y en la misma tranquilidad de un océano que te va meciendo poco a poco, mientras tú sigues con el control absoluto del rumbo.
Es evidente que también hay ciertos vestigios de lo que nuestros antepasados consiguieron llegando de la misma forma a descubrir nuevas tierras. El salir a navegar lleva implícito ese punto de aventura que también nos permite alejar dicha experiencia de cualquier otra rutinaria que hagamos en nuestro día a día. Es algo totalmente diferente y nos servirá para romper con el estrés que vamos acumulando en el trabajo. Fondear el barco en alta mar y quedarnos allí, sin hacer absolutamente nada, solo disfrutando del sol y de la brisa, del sonido de las olas, con un buen libro, un buen vino y una buena compañía, es un sueño hecho realidad. Y no está tan lejos del alcance de cualquiera, porque hoy por hoy podemos encontrar embarcaciones muy económicas.
Beneficios del agua de mar
Pero si prefieres estar en contacto directo con el mar y no solo en un yate, sino sumergiéndote en sus aguas, también has de saber que estas tienen muchísimo beneficios. La principal particularidad del agua marina es que lleva una gran cantidad de minerales como el yodo o la sal, que al entrar en contacto con nuestra piel nos permitirá cuidarla mejor, siempre que nosotros nos encarguemos de completar esos cuidados posteriormente. Uno de los más evidentes efectos que el agua de mar tiene sobre nuestra piel es la capacidad para cicatrizar heridas, gracias a la sal que posee. Lo hará, además, de una manera rápida y eficaz, sin mucho dolor por nuestra parte. Esa misma agua ayuda también a mejorar el aspecto general de nuestra piel y luchar contra enfermedades como la psoriasis.
Pero los beneficios no se acaban en nuestra piel, sino que también llegan a nuestro sistema respiratorio. Está comprobado que respirar agua de mar, con ese olor tan característico que tiene la brisa en los lugares de costa, ayuda a mejorar los problemas respiratorios que podamos tener. La garganta se abre mucho más y nos protegemos frente a posibles infecciones, o nos curamos de dolores en la laringe y la propia garganta. Como curiosidad, muchos cantantes populares poseen estudios en islas o lugares de costa, para poder visitar la playa justo antes de empezar sus sesiones de grabación y ganar algunos puntos en su voz, que mejora notablemente.
Los efectos psicológicos del mar
Todos esos efectos son directos sobre nuestra piel y nuestro cuerpo, sobre nuestro sistema, y están cien por cien comprobados. Pero los beneficios no acaban ahí, porque seguramente para la mayoría, las mayores ventajas de disfrutar del mar tengan que ver con lo psicológico. Empezábamos este artículo hablando de la necesidad de desconectar yendo a la costa para dejar atrás todo el estrés del trabajo. Y de hecho, se ha demostrado que observar el mar, sentir la brisa y escuchar las olas, dejándonos llevar por sus murmullos, consigue crear en nosotros un estado de paz mental muy parecido al de la meditación. La brisa marina baja también la presión arterial, uno de los síntomas más evidentes (y peligrosos) de la ansiedad y el estrés.
En definitiva: el agua es vida
Tal vez la clave de todo esté en nosotros mismos, en realidad. A pesar de ser una máquina casi perfecta de huesos, carne y pensamientos, en nuestro interior somos un 70% agua, y estamos compuestos por ella en nuestra mayor parte. Tal vez se crea una especie de conexión especial que tampoco somos capaces de explicar del todo cuando estamos frente al océano, pero que sentimos de una manera clara, por compartir esa composición. El agua es vida, y necesitamos de ella para mantenernos sanos e hidratados en nuestro día a día. Tal vez también funcione así con nuestra mente, para que de vez en cuando nos acerquemos a la costa y disfrutemos de esa sensación de paz y tranquilidad absoluta que el mar nos ofrece.